Joan Domènech, autor del libro “Elogio de la Educación Lenta”: “Los docentes debemos creer más en nosotros mismos”
¿Hemos perdido el ritmo de la vida? Seguramente. Hay un predominio del tiempo desde su punto de vista cuantitativo, valoramos más los aspectos de aceleración: cuantas más cosas hagas y más rápido, mejor. Ahora valoramos más el tiempo que utilizamos para hacer muchas cosas que el que utilizamos para hacer cosas en su merecido tiempo.
¿Y qué hemos perdido con ello? Las cosas que antes tenían valor han pasado a un segundo plano. Los griegos tenían dos dioses relacionados con el tiempo: Kronos, vinculado al tiempo que duran las cosas y Kairos, que está ligado a los ciclos de la naturaleza, al tiempo que necesitan los acontecimientos para desarrollarse plenamente. Nuestra cultura sólo conoce y valora a Kronos.
Esta concepción, ¿la hemos trasladado a la educación? Si, por supuesto. La tendencia es pensar que cuanto más tiempo estudien los niños, cuanto más rato dediquen al aprendizaje formal, más listos serán y más cosas sabrán. Esto es falso. El aprendizaje es interdisciplinar, y cada individuo tiene su ritmo. No podemos globalizar ni acelerar el aprendizaje.
¿Qué te provocó, personalmente, la necesidad de establecer un cambio en la forma de educar? El tiempo como variable siempre me había hecho reflexionar. Cuando preparas los cursos siempre intentas organizarte mejor que el año anterior para alcanzar los objetivos, pero siempre llegas a final de curso sin terminar todo lo que querías hacer. Un día te das cuenta que no es una cuestión de organización sino del sistema. Fragmentar el tiempo implica fraccionar el saber y esto no es garantía de un mejor aprendizaje ni tampoco que sea homogéneo en el aula.
¿Y cuál fue la conclusión? El tiempo siempre es el mismo. Puedes fragmentar el tiempo y meter con calzador todas las actividades que tienes que hacer, o puedes plantearte que necesidades tiene el niño y gestionar el tiempo de acuerdo a ellas.
¿Qué es lo más importante para llevar a cabo la segunda opción? Tener claras las prioridades. Actualmente la administración diseña el sistema educativo en función de la realidad social actual, perpetuando un modelo que solo da respuesta a este input. Pero la educación a lo que debe dar respuesta es a la necesidad del ser humano de desarrollarse.
¿El currículum responde a las necesidades del alumno? Hay un error de concepción en el currículum: es excepcionalmente rígido y está sobrecargado de contenidos. El currículum además es prescriptivo cuando debería ser orientativo. No puede ser que nos marquen hasta las lecturas que debemos realizar. Es como si a un médico cirujano le dijeran desde la administración con que bisturí debe operar.
¿Qué solución propone para la sobrecarga del currículum? Actualmente tenemos poco margen, pero lo tenemos. Yo creo que debemos seleccionar los contenidos claves y trabajarlos más profundamente. Pero tal y como está diseñado el sistema sólo se puede pasar superficialmente por los contenidos. Los maestros debemos creer más en nosotros mismos y romper con el seguidismo que nos propone la administración.
¿En su escuela practican la educación lenta? Practicamos lo que podemos ya que el margen que da la administración es limitado. Nosotros tenemos unos horarios más flexibles e interdisciplinares y los resultados son muy buenos.
Y esto no va en contra de lo establecido, ¿no? No, en ningún sitio lo prohíbe. Contamos además con el apoyo de toda la comunidad educativa de nuestro centro. Profesores, familias, equipo directivo y alumnos estamos de acuerdo en trabajar de esta forma y defendemos nuestro derecho de hacer esta lectura de la normativa.
¿Qué pautas de trabajo se proponen los profesores de su escuela para trabajar así? La más importante, y la que nos cuesta más cumplir, es entrar con serenidad al aula. Nuestro sistema reclama una autoexigencia superior y esa presión recae en los profesores. Es un poco contradictorio, ya que para aplicar nuestra filosofía lo interesante es poder ejercitarla también como individuo en el caso del profesorado. Pero nos esforzamos cada día por transmitir a los alumnos las ganas de profundizar en lo que aprenden.
¿Cómo valoran los padres y tutores el sistema? Muy positivamente. Todos estamos de acuerdo además que nuestra fórmula es la más exigente con los resultados. Solo la educación que se adapta a las necesidades de cada alumno puede exigir el máximo de cada uno de ellos. No hay que caer en el error de pensar que la educación lenta va asociada al libre albedrío. Nosotros promovemos que cada alumno dedique el tiempo que necesita a aprender lo que se le enseña.
¿Las TIC les ayudan en su tarea diaria? La tecnología por sí sola no cambia nada. Lo que sí hace es poner en cuestión muchas de las cosas que hacemos. Ciertamente, hemos integrado las TIC en nuestras aulas y nos son de gran ayuda porque sabemos exactamente qué finalidad tiene la herramienta. De nada sirve personalizar las actividades si no tienes claro para que las quieres personalizar, por ejemplo.
¿Qué hábitos cree fundamentales en casa para favorecer la educación lenta? Darle tiempo al niño para desarrollarse. Los niños deben jugar, hablar con lo padres, dialogar y escuchar. Deben participar de las actividades cotidianas, ir a comprar, preparar actividades con el resto de la familia, etc. Han de poder aplicar lo que aprenden en clase en la vida cotidiana pero no repetir lo que hacen en el colegio.
Fuente: Tiching
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